Los Mandalas: una herramienta para trabajar las emociones en casa y en el colegio
Los Mandalas tienen su origen en la religión budista y, a pesar de su significado espiritual y místico, son una herramienta lúdica y especialmente útil para trabajar con los niños y niñas a un nivel cognitivo, emocional y conductual.
El término “mandala” significa círculo perfecto en sánscrito y es una imagen frecuentemente utilizada en filosofías hindúes y budistas. Crear mandalas ayuda a los niños a fomentar la atención y la concentración así como la paciencia, la perseverancia y la constancia.
Los estudios demuestran que cultivar estas cualidades preparan a las personas para la vida y el éxito, algo difícil de conseguir actualmente al encontrarnos con adolescentes cada vez más frágiles emocionalmente debido a la inmediatez a la que están acostumbrados en la era de Internet y las nuevas tecnologías.
Algunas de las cualidades de los mandalas son:
- Estimulan la creatividad del niño y su imaginación a través del arte.
- Trabajan la psicomotricidad fina utilizando movimientos del cuerpo que requieren una mayor destreza
- Permiten un mayor dominio de su cuerpo, en especial de sus dedos, manos y brazos.
Mar Milán, Coach Educativo y profesora en EISBarcelona del Programa Emociónate, comparte con nosotros su experiencia: “Este tipo de actividades son muy buenas para niños “movidos” o con dificultad para concentrarse. Inicialmente es una actividad que no les atrae especialmente porque “les aburre” o “no les gusta” pero este es exactamente el reto para estos niños que están mayoritariamente sobreexpuestos a pantallas y a Internet. Al ser una actividad a la que no están acostumbrados, que no ofrece tanta sobreestimulación exterior, no les resulta fácil. Sin embargo, una vez se acostumbran, les gusta y la disfrutan porque, dicho por ellos mismos: “me da paz, me da tranquilidad”.
Esta profesora ve los beneficios de los mandalas a diario con los alumnos y alumnas que realizan esta actividad extraescolar de educación emocional: “Cuando un niño se pone nervioso, se siente muy excitado o percibe una de mis miradas de alerta para que baje la energía, directamente pide “time out” y me dice: “me voy a pintar un mandala para relajarme”. Y esto es, claramente, una muestra real de cómo los alumnos aprenden a gestionar sus emociones y a autorregularse.